El primer día del año no será sobre la moto. Mal comienzo, podríamos pensar, pero si consideramos que el plan es visitar la ciudad imperial de Marrakech, tampoco suena nada mal.
Empezamos tomando un completo desayuno al fresco en la terraza del hotel, para ir aclimatándonos.
La plaza por la mañana está irreconocible
Lo primero que visitaremos son los jardines del palacio Majorelle, conocidos porque fueron adquiridos por Yves Saint Laurent, al parecer.
Salimos a una avenida a buscar taxis y tras negociar el precio para tres, salimos para allá.
Tenemos contacto por primera vez con la Koutubia, la cual veremos con más calma más adelante.
Vivir el tráfico de Marrakech a manos de un profesional del volante resultó curioso!
La entrada a los jardines costó 40 dirhams. Se trata de un oasis aislado del bullicio de la ciudad. En verano apuesto a que se magnifica este efecto,porque tiene pinta de ser fresco por la cantidad de sombras y canales con agua que tiene.
Hay una gran variedad de plantas que crecen salvaje pero calculadamente. Está todo impoluto.
Después de este paréntesis, volvemos al lío. Nos montamos de nuevo en taxis para dirigirnos a los jardines de la Menara. Aquí suelen venir familias a pasar el día de picnic aunque a estas horas todavía no había mucha gente. Más que un jardín como los que estamos acostumbrados, parece un campo que, en lugar de encontrarse labrado, está aplanado para facilitar su disfrute.
Destaca sobre todo el inmenso aljibe que solía recoger el agua procedente del deshielo de las montañas del Atlas, para luego canalizarlas por un sistema de acequias.
Volvemos hacia la medina para buscar la comida, esta vez andando para que nos de tiempo a ver los detalles del trajín diario de la ciudad.
Las torres de telefonía camufladas son geniales.
Volvemos a encontrarnos con la Koutubia (o minarete de los libreros). ¿A alguien le suena? Es la hermana gemela de la Giralda de Sevilla.
La Koutubia es la mezquita más importante de Marrakech y fue una de las mayores del mundo islámico.
En la plaza Jemaa El-Fna encontramos un sitio que tiene buena pinta en el que más de uno se enamoraría del taijin de Kefta
Bien comidos y resucitados de nuestro cansancio, dedicaremos la tarde a deambular por el zoco, buscando entre sus tiendecitas y practicando el regateo que, te guste o no, es imprescindible.
En estas callejuelas con tantos estímulos, muchas de ellas techadas, el tiempo pasa de otra forma y el espacio es más difícil de percibir. Hay que estar un poco atento para no desorientarse.
Queríamos haber encontrado la Madrassa , pero algunos no dimos con ella. Los que sí lo hicieron pudieron ver esto:
Una gran pena porque teníamos ganas de visitarla. De todos modos se nos había hecho la hora de acudir a ver la puesta de sol en una terraza de la Jemaa el-Fna, así que marchando!
La plaza va cobrando vida minuto tras minuto. Se llena de puestos, transeúntes, encantadores de serpientes, carromatos…
Nosotros subimos a lo alto de una terraza, preparada para contemplar el espectáculo. En la planta baja hay gente local, pero el chiringuito de arriba yo diría que es exclusivamente guiri. Consumición obligatoria en una especie de self-service con una cancela para que nadie se cuele. Nos tomamos un té a la menta que tenían ya servidos encima de una mesa, fríos. En fin, bastante mal. Luego pelea para encontrar un sitio donde ver bien, pero cuando finalmente lo encontramos, valió la pena.
Conforme el Sol se ocultaba detrás de la Koutubia las calles se volvían un hormiguero.
Cuando nos saciamos de ver el espectáculo fuimos a encontrar la cena en un puesto callejero de bocadillos.
A dormir! Mañana saldremos tempranito de la ciudad para entrar en el medio rural (por fin!)
Espectacular como siempre!
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Encantadores de serpientes? En serio? Como en las pelis?
Moooooolaaaaaa!!!
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