Día 16. La despedida: Lysefjorden, borregos y carreteras impactantes.

Día 16. Preikestolen – Hirtshals. 410 km. 11h.

La noche de ayer la cerramos con una tormenta de ideas sobre qué hacer con el día extra del que disponíamos. Sobre la mesa teníamos varias propuestas.

– Dedicar otro día a hacer senderismo.
– Acercarse a una ciudad noruega e intentar encontrar un sitio donde comer salmón.
– Enredar a la vuelta pasando por los Alpes.
– Volver un día antes a casa.

Respecto a la primera opción la candidata estrella era hacer la ruta para llegar al Kjeragbolten, sitio también mítico. Lo malo era que la catalogaban de más dura y peligrosa que la subida al Preikestolen… y había quien ya había tenido bastante con la ruta de ayer…

Valga de ilustración una foto tomada prestada de internet

La segunda opción apuntaba a ir, tal vez, a Staveger, hacia el oeste, lo cual nos alejaba de nuestro trazado previsto y sobre todo nos obligaba a prescindir del ferry turístico que nos pasearía por el fiordo que vimos ayer desde el Preikestolen y posterior carreterita chula. Seguro que si hubiéramos preguntado a los de la recepción nos hubieran indicado algún sitio cerca donde comer salmón, pero no eran horas ya de marear al personal.

La tercera no cuajó en absoluto, solo Urmila y yo éramos los interesados y la verdad que la cadena de la Tiger se estaba degradando día tras día… como para ir jugando.

La cuarta opción no la quería ni oir. Hemos venido a jugar! Huir es de cobardes! Volver un día antes a casa tal vez fuese lo más sensato, ya que nos brindaba un día de descanso antes de entrar a trabajar… pero qué cojones, va contra mi naturaleza. Pasado un mes no te acuerdas de lo cansado que estuviste tu primer día de trabajo después de vacaciones… te acuerdas de aquellos sitios tan maravillosos que visitaste y de lo bien que lo pasaste… Lástima no haber sabido contagiar a los demás este optimismo… es lo malo de decidir estas cosas cuando ya tienes un ojo apuntando a la cama. Soy consciente de que peco de intentar estirar los días y abarcar lo máximo… y tampoco veo reprochable que quieran descansar, pero no era el plan. Ains…

Así las cosas, la etapa quedó de la siguiente manera:

El plan es pillar el ferry turístico que nos hace recorrer el Lysefjorden desde Forsand a Lysebotn subir la Fv500 con su montonazo de curvas y dirigirnos hacia Kristiansand para tomar el ferry de la tarde que nos dejaría ya de noche en Dinamarca. Vamos allá!

Buenas vistas para empezar el día, ¿no?

Este es el chiringuito donde está la recepción, restaurante y hotel donde comeríamos el desayuno (incluído) con las motos ya cargadas y a punto

Bajamos hacia Forsand a coger el ferry de las 9 (solo sale uno por la mañana y otro por la tarde). El GPS me la lía y hacemos un recorrido turístico por las callejuelas del extra radio. Finalmente nos ponemos en cola en el pequeño puertecito.

El ferry no es barato, según calculamos en la web nos iba a costar más de 100 € la pareja pero finalmente fueron unos 85. Hay que contar que es un ferry potencialmente turístico, que te ofrece un recorrido por todo el fiordo de 3h.

Una vez colocadas las motos aprovechamos para cambiar una bombilla fundida en la GS de Borja

Y subimos a disfrutar del entorno y el día que ha salido

El barco se va acercando a las paredes de roca y en una demostración de pericia, se mete marcha atrás en un entrante, para deleite de los turistas, mientras suena por doquier «La cabalgata de las valquirias».

En el barco conocemos a una pareja de españoles con los que coincidimos ayer en el Preikestolen que viajan sin rumbo fijo con su furgoneta. Nos preguntan por sitios que visitamos hace apenas una semana… aunque en nuestra mente parece que haya pasado una eternidad de eso.

En nada llegamos a los pies del púlpito

Resulta impresionante ver a las personitas allá arriba.

También alucinamos con alguna cascada

Pasamos por el pequeño y recóndito pueblo de Florli. Antes habitado por los trabajadores de la central eléctrica. A finales del siglo pasado fue abandonado debido a la automatización de la planta y ahora ha sido convertido en un complejo vacacional.

Desde el fiordo vemos también el Kjeragbolten del que os hablaba al inicio del post.

Cuando nos vamos acercando a Lysebotn empezamos a urdir un plan para salir los primeros del ferry. Rápidamente nos encontraremos con la carreterita que asciende por la ladera con un montón de curvas de herradura y no quisiéramos ir detrás de un autobús.

Como era de esperar, nos sale el invento como el culo y no salimos los primeros, pero los chavales de la furgo que sí que iban los primeros nos dan paso :clap:

La alegría dura poco porque pillamos un camión de obra, al que le cuesta traccionar subiendo y que no tiene mucho interés en dejarnos pasar, aunque lo conseguimos adelantar

GOOOOO!

Al llegar arriba hay un parking de pago (y no poco, creo que eran 5 eurazos). Nos intentamos hacer los llonguis dejando las motos en el margen de la carretera pero el mozo del parking nos invita a entrar, las motos no pagan :ala:

Allí nos recibe la jefa del lugar

Con su beneplácito nos hacemos colegas de sus secuaces

Qué majas, nunca había tocado una oveja tan esponjosa

A parte de los bichos, las vistas no defraudan

Por ahí subimos

Continuamos!

Para bajar hacia Kristiansand hay dos posibilidades: bajar por la 468 hacia Tonstad o hacer la Fv987 hacia el este, una carretera turística de montaña… nos decantamos de cabeza por la segunda opción!

Esta carretera es simplemente imprescindible. Vas por un mazizo no sé a cuántos metros de altura…pero altos, de lago en lago, de roca en roca. Precioso.

La combinación de la piedra desnuda con el verde de la hierba y el azul oscuro del agua resulta muy llamativo

Paramos a comer en uno de los lagos, improvisando algo con los pocos restos de comida que tenemos

Saboreamos las últimas galletas Safari , ricas en azúcar, que patrocinan este viaje

Después de tirarnos un buen rato enamorándonos más y más del sitio pero sin quitarnos la chaqueta, seguimos!

Finalmente enlazamos con la carretera 9 que nos llevará sin más a Kristiansand.

La noche anterior estuvimos mirando compañías que hicieran ese trayecto. Sólo en una pudimos comprar online (Fjordline), no nos quisimos arriesgar a que no quedasen billetes cuando llegásemos.
Sólo quedaban asientos de la modalidad «confort», lo que suma 7 euros al importe por persona. (13€ adulto + 7€ confort +31€ moto).

De los horarios que tenían y que nos cuadrasen uno era por la tarde/noche y el otro muy temprano por la mañana. Decidimos pillar el ferry de la noche para dormir ya en Dinamarca y ahorrarnos un madrugón al día siguiente, así que toca hacer tiempo hasta las 20.15 que salía el barco (en realidad hay que estar sobre las 19.15 ya allí). Nos dio tiempo a acercarnos a Kristiansand y dar una vuelta. No es gran cosa, tiene cuatro calles que forman «el centro» y poco más.

El puerto sin embargo es grande. Dimos bastantes vueltas hasta que nos metieron en el super ferry.

Del ferry poco que contar, era gigante y aquí descubrimos una nueva forma de amarrar las motos. Además nos habían advertido de que las amarrásemos con ganas, que hay veces que este ferry se mueve mucho.

Como anécdota contaros que un par de MotoRutones flipaban con tener cobertura en el mar para luego descubrir ya en casa que el ferry dispone de un aparatejo (supongo que vía satélite) para ofrecer red, fuera de todo convenio de roaming y a precio de oro. Cuidado!

Llegamos a Hirtshals de noche y todavía hicimos unos cuantos kilómetros para ir a una casita que habíamos pillado por Airbnb en un pequeño pueblecito… «la casa de las arañas» la bautizamos, casi nada.

El viaje va tocando a su fin, lo que nos queda por delante no tendría ningún interés… si no fuese por los contratiempos.

¡Aquí tienes la última parte del vídeo!


Deja un comentario