Día 4. Suecia, lluvia y el camping triste

Día 4. Rostanga – Gavle. 660Km. 10h

Nos despertamos pronto en nuestra pequeña mansioncita.

Desayunamos en el espacio común y montamos las motos. Listos para irnos!

Esta será otra etapa de tirar y tirar sin más aliciente que comprobar que en Suecia las autopistas siguen siendo autopistas.

Eso sí, no paran de sorprenderte lagos a derecha e izquierda, amables fiordos que nada tendrán que ver con los que veremos en Noruega. Y nubes en el horizonte, siempre nubes, que te hace estar vigilante a los cambios del tiempo.

Hoy no hay demasiadas fotos y tampoco hay mucho que contar.

Allá la hora de comer terminamos con las autopistas y circulamos por secundarias sintiendo en nuestras carnes los absurdos límites de velocidad Suecos. A la hora de comer paramos en una gasolinera que tenía unas mesitas y en 5 minutos el cielo se volvió negro. Un estruendo hizo que todo el mundo enmudeciese. Cuando vimos correr a los locales a guarecerse entendimos que no era de broma la cosa. Ese aire de tormenta frío y rápido no anunciaba nada bueno. Nos dio tiempo justo a recoger nuestras cosas y meternos debajo del techado de la estación de servicio durante 20 ó 30 minutos. Menos mal que no nos pilló en marcha, menuda cayó!

Cuando escampó un poco seguimos nuestro camino enfundados en nuestros chubasqueros, que todavía nos quedaba un porrón de kilómetros. Además, no teníamos dónde dormir de momento…

Habíamos mandado unos correos a varios alojamientos pero no contestaban.

En el último repostaje de la tarde llamamos por teléfono a varios. Algunos estaban completos. En uno de ellos nos ofrecían una caseta de 6. Les preguntamos si había problema si nos metíamos 7. La muchacha se quedó un poco estupefacta, no íbamos a poder meternos 7, decía. Que sí, que sí, no te preocupes.

Así las cosas nos dirigimos a nuestra primera caseta, «hitters» les gusta llamarles por aquí, «hipsters» es como yo prefiero

El camping estaba en un bosquecillo y sus casetas desperdigadas entre árboles

Pintaba bien, hasta que nos percatamos de la cantidad de mosquitos que había. Un horror. No mejoró la cosa cuando abrimos la puerta y vimos el panorama. La caseta era cutrona cutrona, aunque por 65€ tampoco podíamos pedir mucho…

Se notaba en la cara de la gente que los ánimos no andaban muy allá. Claro, acostumbrados al Culen Rotten y a la casa de Sissi Emperatriz, pues normal…

Este resultó ser el «camping triste» de este viaje.

Sólo los más valientes nos aventuramos a dar una vuelta por las instalaciones pese a la lluvia

Terminamos el día cenando apiñados con las ventanas medio cerradas para evitar que se llenase la casa de mosquitos, para darnos cuenta al día siguiente que había una mosquitera guardada en un armario…

Mañana más y esperemos que mejor!


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